lunes, 7 de marzo de 2016

Vocación al matrimonio

Es, fundamentalmente, descubrir y desarrollar mi persona, la persona de mi pareja y nuestra relación de mutua pertenencia. A través de nuestra llamada recíproca de ser el uno del otro, Dios nos comunica el plan que tiene para nosotros. Lo vamos comprendiendo a medida que lo realizamos (y viceversa). Comprendemos que nuestro encuentro no fue fruto del acaso, sino de Su voluntad; que ninguno de los dos existió nunca sólo en su mente, puesto que nos hizo el uno para el otro. Sólo amándonos como Él nos ama podemos realizarnos a su imagen y llegar a ser uno como Él.
En esta comunión de amor que es siempre fecunda y dadora de vida (aunque no pudiéramos engendrar biológicamente) está nuestra vocación y nuestro destino: toda nuestra felicidad en el tiempo y en la eternidad. Realizar mi vocación al matrimonio, es "madurar" física y psicológicamente, social y espiritualmente; crecer constantemente primero como persona, y luego como pareja y familia.

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