En la actualidad, es necesario que concurran dos voluntades antes de que una persona pueda entrar al estado religioso; siempre ha sido necesario que concurran dos voluntades antes de que una persona pueda entrar a las filas del clero. El Concilio de Trento pronuncia un anatema sobre una persona que represente como ministro legítimo del Evangelio y los Sacramentos a cualquiera que no haya sido ordenado regularmente y comisionado por la autoridad eclesiástica y canónica (Ses. XXIII, III, IV, VII). Una vocación a la que muchas personas llaman exterior, viene así a ser añadida a la vocación interior, y esta vocación exterior se define como la admisión de un candidato en debida forma por la autoridad competente.
En cuanto al candidato se refiere, la cuestión de la vocación misma ponerse en estos términos: ¿Estás haciendo una cosa que es agradable a Dios en el ofrecimiento de sí mismo en el seminario o noviciado? Y la respuesta depende de los datos anteriores: sí, si tu intención es honesta, y si tu fuerza es suficiente para el trabajo. Otra pregunta se le puede hacer al candidato al sacerdocio: ¿si haces bien en desear ser sacerdote, o harías mejor en convertirte en religioso? Es de notar que el candidato al sacerdocio ya debería tener las virtudes requeridas por su estado, mientras que la esperanza de adquirirlas es suficiente para el candidato a la vida religiosa.
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